FUENTE EXTRAIDO DEL DIARIO ABC
Podría parecer que queda muy atrás, el veredicto hace 63 años del juicio de Núremberg, en el que fueron juzgados veinticuatro altos jerarcas nazis por un Tribunal Militar Internacional, y doce de ellos fueron condenados a la pena de muerte. Podría parecer que queda muy atrás, y sus consecuencias, sin embargo, se extienden al día de hoy, y permanecerán.
Pongamos por caso a Baldur von Schirach. Durante la dictadura nazi fue ministro de la la Juventud y gobernador de Viena. En Núremberg fue acusado de ser el responsable de la deportación de 60.000 judíos. Fue condenado a 20 años de cárcel.
Su nieto, Ferdinand von Schirach, es en estos momentos un prestigioso abogado defensor. Tiene 45 años y reside en Berlín. En Alemania acaba de publicar un libro titulado «Verbrechen» (Crímenes), que se ha convertido en un éxito.
Hace unos días, en una entrevista para la prensa alemana, Ferdinand von Schirach hacía un paralelismo entre el juicio de Núremberg y los más recientes habidos contra altos funcionarios de la RDA, por ejemplo contra Günter Schabowski, al que él mismo defendió.
Y daba en el clavo de la polémica y de la dificultad que suscistan estas causas: «Se trata de castigar algo «a posteriori», algo que en el régimen caído de ninguna manera había estado prohibido».
Richard von Weizsäcker ha sido presidente de la República Federal de Alemania, de 1984 a 1994. Von Weizsäcker, en Núremberg, ejerció de abogado defensor de su padre, Ernst von Weizsäcker, secretario de Estado en el Ministerio de Exteriores de Hitler. Es decir, era el segundo del departamento dirigido por Joachim von Ribbentrop, de quien ABC, el día 2-10-1946, escribía: «Desempeñó un papel importante en la solución final». Eso costó a Von Ribbentrop, efectivamente, la condena a muerte y la ejecución.
Ernst von Weizsäcker
Ernst von Weizsäcker fue sentenciado a cinco años de prisión. Pero su hijo, en 2009, subraya: «Mi padre compareció ante un tribunal que no era ante el que tendría que haber comparecido». Que es lo mismo que decir que lo consideraba inocente.
Con todas las carencias que se puedan atribuir al tribunal de Núremberg, y con todos nuestros respetos por Richard von Weizsäcker, es difícil defender que su padre permaneciera durante tanto tiempo en un puesto tan alto y no estuviera profundamente harto de oler a podrido.
Richard von Weizsäcker parece contradecirse cuando él mismo sostiene: « No hay inmunidad alguna, ya sea de carácter histórico, moral o humano, ni en la vejez ni en la juventud».
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