martes, 20 de octubre de 2009

ASESINADOS JUNTO AL PENAL "EL DUESO"

Una de las tres personas que fueron asesinadas ayer por la mañana en las inmediaciones del Penal de El Dueso, en Santoña, era Tomás Ruiz Fernández, más conocido por 'Tomasín', un delincuente con un amplio historial delictivo en el que figuran varios muertos en la década de los ochenta. 'Tomasín', de 55 años, viajaba en una furgoneta acompañada de Isidoro Cuerno, de 43 años, y de una mujer de 45 años, que responde a las iniciales de M. J. F. P.; ambos también resultaron muertos en el tiroteo.
Al cierre de esta edición nada se sabía de los asesinos, al menos, dos, ni de su paradero. Uno de ellos disparó a los ocupantes de la furgoneta desde la parte del copiloto y posteriormente huyeron en un vehículo de gran cilindrada, al parecer un Audi de color rojo, según algunos testigos, aunque alguna otra versión habla de un BMW.
La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Santoña, que se ocupa del caso, decretó el secreto de sumario. Fuentes oficiosas señalan que el motivo de este triple asesinato es un 'ajuste de cuentas' y otras de 'venganza familiar'.
'Tomasín', natural y vecino de Santander, había sido condenado hace veinte años por varios asesinatos; en la actualidad disfrutaba de un permiso penitenciario, mientras que Cuerno era un conocido de la Policía por distintos causas relacionadas con trapicheo de drogas y malos tratos, aunque sin delitos de sangre. La mujer, al parecer propietaria de un bar en la calle Alcázar de Toledo, de Santander, no tenía antecedentes.









«Mal aparcado»
Los tres ocupantes de la furgoneta presentaban varios disparos de bala cada uno. Según parece, los dos hombres recibieron como mínimo uno en la cabeza y otro en el tronco. Todo indica que no fueron disparos efectuados con una pistola, sino con algún arma automática repetidora dado que se recogieron muchos casquillos de bala en la escena del crimen.
Los tres asesinados ocupaban una Renault Traffic, de color blanco, que alrededor de las nueve de la mañana de ayer se detenía al inicio de la carretera de acceso al Penal y al barrio santoñés de El Dueso. Sin que se conozcan los motivos, el vehículo se salió parcialmente de la calzada y quedó detenido ligeramente en diagonal, con gran parte fuera del arcén y el 'morro' de la furgoneta en dirección a la carretera.
Nadie había visto nada. Dos jardineros se hallaban muy cerca de allí desbrozando un bardal, y no solo no oyeron nada por trabajar con los cascos de seguridad, sino que tampoco vieron nada. Ni siquiera las cámaras que vigilan el perímetro del penal porque, al parecer, el lugar del crimen queda fuera de su alcance.
Todo debió producirse muy rápido. En el ambiente policial se habla de 'gente profesional', que 'sabía lo que hacía' en relación a los posibles autores.
Los hechos pudieron suceder así: sobre las nueve de la mañana los ocupantes de un coche de alta clindrada dan el alto a la furgoneta; posiblemente gente conocida. Uno de ellos se sitúa en lateral y en un momento determinado inicia el tiroteo. El cristal de la puerta del copiloto salta hecha añicos, pero las demás lunas del vehículo no resultan dañadas. Sí se aprecia el orificio de entrada de una bala en esa misma puerta. Uno de los asesinos vacía un cargador con dieciséis o veinte balas. Con las mismas, y sin esperar más, montan en el vehículo y salen a gran velocidad.
La furgoneta permaneció así, inmóvil, durante bastantes minutos. De hecho, varias personas pasaron a su lado y se fijaron «en lo mal aparcada que estaba», aunque nadie reparó en si había o no gente en su interior.
Uno de ellos fue Luis Humberto Ramos: «A eso de las ocho y media pasé por allí en dirección al penal y vi la furgoneta parada. No me percaté de su interior. Y serían las nueve y cuarto cuando a la entrada del penal oí que había habido un tiroteo, y al momento un grupo de agentes salió corriendo para allá».
Temor de un atentado
José Antonio, un joven operario de la estación de bombeo que se está construyendo a poco más de cien metros de la escena del crimen, pasó por el lugar «sobre las ocho y media y allí no había nada; regresé sobre las nueve y cuarto y ya estaba la furgoneta. Pero no me fijé en su interior».
Para entonces, los ocupantes de la Renault Traffic ya debían estar muertos porque se estima que los primeros agentes que llegaron al escenario lo hicieron sobre las nueve y veinte. Se desplazaron tras aquella voz de alarma que se dio la entrada del penal de que «alguien había disparado a los ocupantes de una furgoneta», según relata Luis Humberto.
El temor a un atentado terrorista contra agentes o funcionarios recorrió la sala, hasta que pocos minutos más tarde se descartó esta posibilidad y se confirmaba que en el tiroteo no había ningún funcionario implicado.
Inmediatamente se acordonó la zona y se puso en marcha un dispositivo de búsqueda de los autores y de investigación a cargo de la Guardia Civil. Tampoco tardaron en llegar los servicios médicos desde Santoña, pero la ambulancia que se desplazó hasta el lugar sobre las diez de la mañana se marchó por donde vino porque los sanitarios ya nada pudieron hacer por los ocupantes de la furgoneta.
A partir de ahí interviene la policía científica de la Guardia Civil y la jueza de Primera Instancia de Santoña. Da instrucciones de no facilitar ninguna información y decreta el secreto de las investigaciones.

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